Marzo, 2010
Somos Candy Holmes y Darlene Garner. El 3 de marzo, 2010, fuimos una de las primeras parejas en solicitar nuestra licencia de matrimonio en respuesta a la nueva ley de igualdad de matrimonio en Washington, DC. Estamos seguras que dormimos la noche anterior, pero fue un descanso no muy placentero, interrumpido por el temor de quedarnos dormidas hasta el día siguiente. Pero a las 6 a.m., estábamos despiertas y caminando a través del viento frío y de la lluvia hacia Moultrie Courthouse para uno de los más importantes momentos de nuestras vidas con la solicitud en la mano y determinadas a ejercer nuestro derecho del amor y del matrimonio. Mientras esperábamos que las puertas de la oficina abrieran, sentimos como la energía de la anticipación crecía conforme llegaban más y más parejas. Éramos la sexta pareja en la línea y a solo unos pasos del momento en que siempre habíamos soñado. Mientras esperábamos nuestro turno, vimos la cosa más maravillosa – la diversidad de nuestra comunidad glbtq. Había afroamericanos, blancos, y mujeres asiáticas, hombres y mujeres entre 30 y 60 años, clérigos, empleados federales, parejas con niños, parejas esperando hijos. Estamos seguras que había probablemente más diversidad que lo que comentamos en la línea completa de espera. Y así debería de ser, porque para el amor no hay límites de raza, clase o género. ¡Aleluya!. Las puertas abrieron a las 8:30 a.m. y nuestros corazones saltaron. No podíamos dejar de sonreír incluso aún cuando nada había ocurrido. Pero el júbilo era demasiado para contenerlo. ¿Quién habría pensado que dos mujeres afroamericanas, lesbianas, clérigas y bisabuelas estaban preparadas para manifestar y honrar su amor de esta manera? Estábamos preparadas y el tiempo había llegado. Avanzamos en la historia después de una larga jornada moteada con esperanzas irrumpiendo y con algunas desilusiones por quien amamos. Pero no más. Incluso aunque el cielo estaba gis como nuestros cabellos, la lluvia no podía estropear el desfile de este día. Nadie podría quitarnos o arrebatarnos nuestra alegría. Gracias a Dios por este momento y por este tiempo cuando la esencia y la importancia de nuestro amor puede ser tomado en cuenta.
Después de que completamos nuestro proceso de solicitud que no fue nada engorroso, el oficial afroamericano encargado del proceso de solicitudes nos miró con una amplia sonrisa de este lado del sol. Mano con mano y con unas quijadas adoloridas de tanto sonreír, caminamos hacia el mismo pasillo por donde entramos con los aplausos, cantos y felicitaciones de las parejas que esperaban aun su turno. Se sentía como el festejo del Super Tazón ante el triunfo del equipo preferido. Motivábamos a las otras parejas mientras nos trasladábamos a nuestro nuevo paso – la prensa. El maravilloso equipo de HRC nos reunió las primeras cinco parejas y condujo hacia la Corte. Era una mañana lluviosa, pero la alegría que emergía de nuestra libertad detuvo la lluvia. Nos paramos frente a las cámaras, los reporteros, los que protestaban y lo más importante, ante Dios, y compartimos nuestras historias colectivas de nuestras vidas y porque el matrimonio era importante para nosotras. Muchas preguntas fueron acerca de pertenecer a la comunidad afroamericana. Hablamos desde nuestros corazones acerca del por qué es importante el derecho del matrimonio para nosotras como afroamericanas y porque es importante para todos los afroamericanos. No estamos ajenas a las luchas por la libertad, lo que se siente ser tratadas como ciudadanas de segunda clase, y el dolor de las promesas de igualdad que aún aguardan su cumplimiento. Conocemos las barreras y las creencias que históricamente e incluso ahora impactan a nuestras familias. Como nuestros padres que lucharon por la libertad de ser quienes ellos fueron y el ser tratados como ciudadanos plenos, como lesbianas afroamericanas contemporáneas unimos nuestras voces a los coros de aquellos y aquellas que vivieron y murieron por este día. Ha cambiado la página de la historia. Hoy comienza un nuevo capítulo en nuestras vidas que nos permite disfrutar de la alegría del amor, del cuidado y de abrazarnos sin miedo por la responsabilidad de proteger a nuestras familias. Únanse a nosotras y a nuestras familias para regocijarnos en este día histórico y por todo lo que significa para nosotras siendo parte de la comunidad afroamericana y de la comunidad gbltq. En palabras tomadas del Mensaje Inaugural del Presidente Obama, “El tiempo ha llegado… para llevar adelante nuestro precioso regalo; -- que idea tan noble; -- compartida de generación en generación: la divina promesa de que todos y todas somos iguales, todos y todas somos libres, y todas y todos merecemos la oportunidad de perseguir nuestra completa medida de felicidad”. Acerca de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana
Fundada en 1968, es un movimiento de derechos humanos y ministerio funcionando como una denominación cristiana en más de 25 países en el mundo. ICM ha sido con frecuencia y continuará siendo una de las pocas guías en defensa de las personas vulnerable en lugares donde la ortodoxia religiosa, el sexismo y la homofobia pueden resultar en violencia y muerte. La promesa de ICM se resume en esta frase "Derribando Muros. Construyendo Esperanza."
Para mayor información sobre ICM visita: http://r20.rs6.net/tn.jsp?et=1103038852672&s=3852&e=0013cWBmmno-hhE1dDf2LDamGau5NAiQJ2XiafiA_trsxsWWV457_KRd7IdqpH0ZPotL_DuOsUWFeIiJVyVnw-de0Iy_WtXpsGZWQ0ilJ18cFGNYgImaAcJlg==.
Somos Candy Holmes y Darlene Garner. El 3 de marzo, 2010, fuimos una de las primeras parejas en solicitar nuestra licencia de matrimonio en respuesta a la nueva ley de igualdad de matrimonio en Washington, DC. Estamos seguras que dormimos la noche anterior, pero fue un descanso no muy placentero, interrumpido por el temor de quedarnos dormidas hasta el día siguiente. Pero a las 6 a.m., estábamos despiertas y caminando a través del viento frío y de la lluvia hacia Moultrie Courthouse para uno de los más importantes momentos de nuestras vidas con la solicitud en la mano y determinadas a ejercer nuestro derecho del amor y del matrimonio. Mientras esperábamos que las puertas de la oficina abrieran, sentimos como la energía de la anticipación crecía conforme llegaban más y más parejas. Éramos la sexta pareja en la línea y a solo unos pasos del momento en que siempre habíamos soñado. Mientras esperábamos nuestro turno, vimos la cosa más maravillosa – la diversidad de nuestra comunidad glbtq. Había afroamericanos, blancos, y mujeres asiáticas, hombres y mujeres entre 30 y 60 años, clérigos, empleados federales, parejas con niños, parejas esperando hijos. Estamos seguras que había probablemente más diversidad que lo que comentamos en la línea completa de espera. Y así debería de ser, porque para el amor no hay límites de raza, clase o género. ¡Aleluya!. Las puertas abrieron a las 8:30 a.m. y nuestros corazones saltaron. No podíamos dejar de sonreír incluso aún cuando nada había ocurrido. Pero el júbilo era demasiado para contenerlo. ¿Quién habría pensado que dos mujeres afroamericanas, lesbianas, clérigas y bisabuelas estaban preparadas para manifestar y honrar su amor de esta manera? Estábamos preparadas y el tiempo había llegado. Avanzamos en la historia después de una larga jornada moteada con esperanzas irrumpiendo y con algunas desilusiones por quien amamos. Pero no más. Incluso aunque el cielo estaba gis como nuestros cabellos, la lluvia no podía estropear el desfile de este día. Nadie podría quitarnos o arrebatarnos nuestra alegría. Gracias a Dios por este momento y por este tiempo cuando la esencia y la importancia de nuestro amor puede ser tomado en cuenta.
Después de que completamos nuestro proceso de solicitud que no fue nada engorroso, el oficial afroamericano encargado del proceso de solicitudes nos miró con una amplia sonrisa de este lado del sol. Mano con mano y con unas quijadas adoloridas de tanto sonreír, caminamos hacia el mismo pasillo por donde entramos con los aplausos, cantos y felicitaciones de las parejas que esperaban aun su turno. Se sentía como el festejo del Super Tazón ante el triunfo del equipo preferido. Motivábamos a las otras parejas mientras nos trasladábamos a nuestro nuevo paso – la prensa. El maravilloso equipo de HRC nos reunió las primeras cinco parejas y condujo hacia la Corte. Era una mañana lluviosa, pero la alegría que emergía de nuestra libertad detuvo la lluvia. Nos paramos frente a las cámaras, los reporteros, los que protestaban y lo más importante, ante Dios, y compartimos nuestras historias colectivas de nuestras vidas y porque el matrimonio era importante para nosotras. Muchas preguntas fueron acerca de pertenecer a la comunidad afroamericana. Hablamos desde nuestros corazones acerca del por qué es importante el derecho del matrimonio para nosotras como afroamericanas y porque es importante para todos los afroamericanos. No estamos ajenas a las luchas por la libertad, lo que se siente ser tratadas como ciudadanas de segunda clase, y el dolor de las promesas de igualdad que aún aguardan su cumplimiento. Conocemos las barreras y las creencias que históricamente e incluso ahora impactan a nuestras familias. Como nuestros padres que lucharon por la libertad de ser quienes ellos fueron y el ser tratados como ciudadanos plenos, como lesbianas afroamericanas contemporáneas unimos nuestras voces a los coros de aquellos y aquellas que vivieron y murieron por este día. Ha cambiado la página de la historia. Hoy comienza un nuevo capítulo en nuestras vidas que nos permite disfrutar de la alegría del amor, del cuidado y de abrazarnos sin miedo por la responsabilidad de proteger a nuestras familias. Únanse a nosotras y a nuestras familias para regocijarnos en este día histórico y por todo lo que significa para nosotras siendo parte de la comunidad afroamericana y de la comunidad gbltq. En palabras tomadas del Mensaje Inaugural del Presidente Obama, “El tiempo ha llegado… para llevar adelante nuestro precioso regalo; -- que idea tan noble; -- compartida de generación en generación: la divina promesa de que todos y todas somos iguales, todos y todas somos libres, y todas y todos merecemos la oportunidad de perseguir nuestra completa medida de felicidad”. Acerca de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana
Fundada en 1968, es un movimiento de derechos humanos y ministerio funcionando como una denominación cristiana en más de 25 países en el mundo. ICM ha sido con frecuencia y continuará siendo una de las pocas guías en defensa de las personas vulnerable en lugares donde la ortodoxia religiosa, el sexismo y la homofobia pueden resultar en violencia y muerte. La promesa de ICM se resume en esta frase "Derribando Muros. Construyendo Esperanza."
Para mayor información sobre ICM visita: http://r20.rs6.net/tn.jsp?et=1103038852672&s=3852&e=0013cWBmmno-hhE1dDf2LDamGau5NAiQJ2XiafiA_trsxsWWV457_KRd7IdqpH0ZPotL_DuOsUWFeIiJVyVnw-de0Iy_WtXpsGZWQ0ilJ18cFGNYgImaAcJlg==.