domingo, 18 de abril de 2010

También nos quieren matar de hambre‏

La lesbofobia y homofobia abraza el frágil sistema laboral cuando de empleos se trata.

Con lo que nos cuesta a las lesbianas y gays y mucho más a trans obtener un título superior, ocultando generalmente nuestra identidad u orientación sexual para “que nos dejen terminar”. Con lo difícil que es en este país conseguir un empleo y menos aún uno acorde con nuestras carreras; debemos muchas veces afrontar la cruda realidad de la negación de acceso o despidos arbitrarios.

El lado podrido del poder heterosexual genera avasallamiento y represión de nuestra sexualidad hay quienes asquerosamente lo usan en la contratación o generación de empleo y unido a la necesidad de comer que tenemos para estos mismos fines, casi no queda opción.

Y es cuando los grupos conservadores hacen uso de ese poder que les confiere el Estado, para obligarnos a escondernos, o a ocultar nuestra "vida privada" para conservar un empleo o echarlos a la calle casi sin miramientos… en el caso de personas de “avanzada”, de “izquierdas”… pseuprogresistas en todo caso, es mucho más cochino porque esconden su cobardía u homofobia detrás de un discurso culpabilizador.

Si señores/as, siendo abiertamente gay, lesbiana o travesti es difícil obtener un empleo bien remunerado a no ser que seas independiente. Puedes quemarte las pestañas en la universidad, tener los primeros puestos, demostrar las mejores aptitudes para un puesto de trabajo, ser el perfil perfecto; porque la doble moral sólo tiene que dar un soplo casi invisible pero efectivísimo sobre tu currículo, o hasta las normas y derechos laborales para hacerlas volar como plumas…

Y sí pues, es crudo decirlo, pero estar fuera del closet con hambre no hace mucha gracia, he visto incluso a activistas valiosos/as encerrarse en él porque han conseguido un buen trabajo, porque todos/as tenemos derecho a pensar en nuestro bienestar pues y es legítimo.
Y no le basta al sistema hegemónico heterosexual matar de SIDA a los gays y trans, que los homofóbicos nos maten a golpes o que se siga violando a lesbianas y trans masculinos. Amenazan con matarnos de hambre también.

En mi escasa experiencia “por suerte” no laboral con el movimiento de mujeres de mi región pude darme cuenta de cuán lejos estamos de que se nos respete y respalden nuestras agendas y lucha, porque “se estila” tener una lesbiana en el círculo de amigos/as, pero a es otra cosa marchar contigo el día del orgullo. Marchan hasta por el día de la tierra, por el medio ambiente…

¿Desde cuándo las plantas tienen estatus superior sobre las personas?

Puro discurso coeducador, de equidad de género. Y, la realidad no es muy distinta en otras regiones… ¡que vivan las mujeres, las mujeres al poder!, claro mujer heterosexual o al menos en apariencia ¿y los derechos como mujeres trans, y las lesbianas?, pierdes tu pase de respeto, puedes perder todo por lo que luchaste.

Las marimachas, los maricones y las tracas más o menos informadas vamos exigiendo leyes que digan que los Derechos Humanos no son sólo para algunos humanos, ¿pero el resto de la sociedad qué hace? ¿Dónde está la cultura de igualdad, de paz, de amor, de respeto? ¿y si promovemos también la modificación los 10 mandamientos y que se resuma en uno llamado: RESPETARÁS LOS DERECHOS DE LOS/AS DEMÁS cambiarán las cosas?, ¿podré conservar mi trabajo sin tener que ocultar mi orientación sexual?

Avanzamos casi solos y solas en este país, casi no se invierte en nosotros/as, se nos mata sistemáticamente, o para eliminarnos o para sembrar el miedo en los/as demás, pero seguimos allí, somos del hueso de acero que no se rompe, si van cayendo nuestros muertos, son más los/as que cada vez se levantan a luchar legítimamente por el reconocimiento de nuestros derechos y nuestra lucha sí es por una real cultura de paz… y no se preocupen señores/as, gracias a ustedes en el peor de los casos nosotros/as sí iremos al cielo.

Yang Sánchez Farfán
Lesbiana Piurana