lunes, 12 de abril de 2010

EL DISCRETO MUNDO DE LOS CROSSDRESSERS

Aman vestirse de mujeres, pero son totalmente heterosexuales. Es una afición que va en aumento: hombres que, prefiriendo sexualmente a las mujeres, gustan de vestir ropas femeninas. Ellos dicen que es “para entenderlas mejor”. De todas las singularidades sexuales, sin duda es la más incomprendida: hombres heterosexuales cuyo mayor placer consiste en vestirse de... mujeres. El crossdressing (o “fetichismo travestista”, como lo conocen los psicólogos), se refiere siempre a hombres que visten de mujer para obtener placer sexual, y no tienen que ver con ninguna de las variantes del colectivo llamado LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros). Los hay exhibicionistas, pero son los menos, puesto que la mayoría suele practicar su afición en total privacidad y secreto aunque, a veces, tienen en la esposa a la cómplice perfecta e incluso a la amiga que comparte con ellos (o compra para ellos) lencerías, maquillaje y otros artificios. Y es que los fetichistas travestidos tienen vidas normales, varios de ellos están casados y con hijos, pero quieren verse como mujeres y sentirse como tales. En realidad, dicen los promotores de esta curiosa parafilia, lo que ellos quieren es verse como la mujer de sus sueños: aquella a la que desearían poseer.

Se trata de una “tendencia en los hombres, no necesariamente homosexuales”, en que “la concreción de la fantasía está dada por los elementos de maquillaje y ropa femenina”, afirma Any Krieger, psicoanalista argentina, en su libro Sexo a la carta, costumbres amorosas en el siglo XXI (Lumen). Si bien esta conducta puede aparecer tanto en hombres como en mujeres, es más frecuente entre varones, y precisamente son ellos quienes llenan Internet de fotografías, páginas de apoyo y tips de belleza. “Sostienen mucho que no dejan de ser hombres por vestirse de mujer, que solo lo hacen en las fiestas especiales (...) No es un cambio de sexo, es una elección de cambio de género (para divertirse)”, relata la psicóloga. “Nunca pienses que estás enfermo”, “ser crossdresser no es ser gay”, “acéptate tal cual eres”, proclaman las muchas páginas web que se publican en la red para dar apoyo a quienes tienen esta afición, como http://www.crossdressingfreedom. Otra de las ideas que sostienen los “cross” es que es bueno vestirse de mujer, usar sus prendas, para entenderla más’”, y aseguran que eso incluso mejora la relación de pareja. En EEUU se han hecho populares una serie de libros publicados por la doctora en psicología Peggy J. Rudd, escritos desde el punto de vista de la esposa de un hombre travestido. Algunos de los títulos son: Mi esposo se viste con mi ropa: El travestismo desde la perspectiva de una esposa, Travistiéndose con dignidad: Trascendiendo las barreras de género, “Los travestidos y las personas que comparten su vida. Rudd también es miembro del patronato de Tri-Ess, una organización internacional sin fines de lucro para travestidos heterosexuales y sus familiares. En nuestro medio no hay estudios sobre varones que practican el “crossdressing” y ninguno de ellos quiere dar su testimonio por temor a ser confundidos con gays o bisexuales. Sin embargo, no es raro encontrar en las zapaterías a algún abochornado comprador tratando de adquirir unos sensuales zapatos de taco nueve en talla 42... para su esposa.