Me toco, me conozco...
Por Rossina Guerrero
Psicóloga*
Conversando con un grupo de amigos médicos que tienen contacto con muchas personas en su trabajo, me contaban lo difícil que podía ser para ellos que sus clientes les describan y expliquen molestias en sus órganos genitales.
Preguntar por la vagina, labios vaginales, pene o testículos, puede ser sumamente complicado. Muchas veces, superan este problema preguntando si les duele o pica “abajo”, “en sus partes”, o utilizan los famosos sobrenombres en son de broma, o constatan el problema con la revisión clínica, teniendo siempre información parcial que se va completando con el tiempo, lo que puede demorar la recuperación.
Desde que nacemos hay todo un proceso de socialización para que no toquemos nuestros órganos genitales. Si hay un bebe en la familia, usted podrá ver cómo, de manera constante, se le retira la mano cuando comienza a tocarse el pene o vagina.
Cuando se va creciendo, el temor a una excitación/erección en una persona pequeña aterra a la familia y en la escuela. Entonces, también se le prohíbe tocarse. Luego, llegamos a la pubertad, donde el cuerpo cambia y crece, pero no sabemos qué nos está pasando.
En la adultez, me pregunto, ¿cuántas y cuántos de nosotros hemos mirado “nuestras partes”? ¿Se nos ha ocurrido alguna vez tomar un espejo y colocarlo más abajo del ombligo para mirar de manera consciente nuestra vagina y su interior, o nuestro pene, tal como lo hacemos con nuestro rostro?
Para los hombres el reconocerse puede pensarse como inevitable porque sus órganos están expuestos, pero eso no hace que conozcan más sobre ellos.
La vergüenza y el rechazo a mirar y tocar los órganos sexuales, a los que se llega a sentir como desagradables, parece tener la finalidad de borrarlos de nuestro cuerpo, y eso puede traer problemas de salud y, en el sentido más amplio, en nuestra salud sexual y reproductiva.
Por ejemplo, una de las razones de una vida sexual poco placentera está asociada al desconocimiento del funcionamiento de esta parte del cuerpo.
Nuestro cuerpo es uno, y todo en él tiene un rol importante. Invito a que acojamos con mayor naturalidad, cuidado y hasta agradecimiento a nuestros órganos sexuales.
Es necesario romper las barreras al relacionarnos con ellos y, sin genitalizar nuestra sexualidad, reconocer que cumplen funciones importantes en nuestra vida, entre ellas la vivencia de una sexualidad placentera.
*Especialista de Promsexrossina@promdsr.org
Psicóloga*
Conversando con un grupo de amigos médicos que tienen contacto con muchas personas en su trabajo, me contaban lo difícil que podía ser para ellos que sus clientes les describan y expliquen molestias en sus órganos genitales.
Preguntar por la vagina, labios vaginales, pene o testículos, puede ser sumamente complicado. Muchas veces, superan este problema preguntando si les duele o pica “abajo”, “en sus partes”, o utilizan los famosos sobrenombres en son de broma, o constatan el problema con la revisión clínica, teniendo siempre información parcial que se va completando con el tiempo, lo que puede demorar la recuperación.
Desde que nacemos hay todo un proceso de socialización para que no toquemos nuestros órganos genitales. Si hay un bebe en la familia, usted podrá ver cómo, de manera constante, se le retira la mano cuando comienza a tocarse el pene o vagina.
Cuando se va creciendo, el temor a una excitación/erección en una persona pequeña aterra a la familia y en la escuela. Entonces, también se le prohíbe tocarse. Luego, llegamos a la pubertad, donde el cuerpo cambia y crece, pero no sabemos qué nos está pasando.
En la adultez, me pregunto, ¿cuántas y cuántos de nosotros hemos mirado “nuestras partes”? ¿Se nos ha ocurrido alguna vez tomar un espejo y colocarlo más abajo del ombligo para mirar de manera consciente nuestra vagina y su interior, o nuestro pene, tal como lo hacemos con nuestro rostro?
Para los hombres el reconocerse puede pensarse como inevitable porque sus órganos están expuestos, pero eso no hace que conozcan más sobre ellos.
La vergüenza y el rechazo a mirar y tocar los órganos sexuales, a los que se llega a sentir como desagradables, parece tener la finalidad de borrarlos de nuestro cuerpo, y eso puede traer problemas de salud y, en el sentido más amplio, en nuestra salud sexual y reproductiva.
Por ejemplo, una de las razones de una vida sexual poco placentera está asociada al desconocimiento del funcionamiento de esta parte del cuerpo.
Nuestro cuerpo es uno, y todo en él tiene un rol importante. Invito a que acojamos con mayor naturalidad, cuidado y hasta agradecimiento a nuestros órganos sexuales.
Es necesario romper las barreras al relacionarnos con ellos y, sin genitalizar nuestra sexualidad, reconocer que cumplen funciones importantes en nuestra vida, entre ellas la vivencia de una sexualidad placentera.
*Especialista de Promsexrossina@promdsr.org