La fracasada "guerra contra las drogas" permitió un aumento de las infecciones de VIH en algunos países, señala una declaración aprobada este miércoles por tres ex presidentes latinoamericanos en vísperas de la XVIII Conferencia Internacional del Sida, que comenzará este domingo en Viena.
En Europa oriental y Asia central, el uso de drogas inyectables es el principal factor de contagio del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida). Fuera de África subsahariana, una de cada tres nuevas infecciones se producen por esa vía, según informarán expertos en la próxima reunión de la capital austriaca, que durará una semana.
Esto es estimulado, entre otras cosas, por la marginación en que viven muchos consumidores, perseguidos por las autoridades y alejados de servicios de salud básicos.
"La guerra contra las drogas ha fallado. En vez de aferrarnos a políticas fracasadas con consecuencias desastrosas, debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia la reducción del consumo y a la reducción del daño causado por las drogas en las personas y en la sociedad", afirmó el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (1995-2003).
"Las políticas represivas están firmemente arraigadas en prejuicios, miedos y visiones ideológicas. El camino para proteger los derechos humanos, la seguridad y la salud es una estrategia de paz, no de guerra", añadió.
Cardoso, el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000) y el colombiano César Gaviria (1990-1994) apoyaron la Declaración de Viena, que enumera varios males causados por la guerra antidrogas y señala que la criminalización de los consumidores sólo ha producido un aumento en las tasas de encarcelamiento, lo que a su vez ha agravado la carga de los contribuyentes.
El texto llama a los países a realizar una revisión transparente de la efectividad de las actuales políticas y a realizar reformas sobre la base de evidencia aportada por la ciencia y de los objetivos de salud pública.
La conferencia en Viena reunirá a unos 20.000 participantes. Los organizadores esperan que estos también avalen la declaración y se unan al creciente llamado a que las políticas antidrogas estén guiadas por evidencias científicas.
Cuarenta destacados científicos y expertos trabajaron en la declaración, señaló Evan Wood, investigador del Centro de British Columbia para la Excelencia en VIH/Sida y fundador del Centro Internacional para Ciencia en Políticas de Drogas.
"La declaración llama a descriminalizar a los consumidores de drogas, pues la evidencia científica claramente señala que esto los empuja a los márgenes de la sociedad con poco acceso a prevención del VIH y otros servicios de salud pública", dijo Wood en una entrevista.
Criminalizar a los consumidores es una receta para propagar al sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y otras enfermedades. Las probabilidades de infectarse con VIH por jeringas y agujas compartidas son tres veces mayores que las de contagiarse a través de relaciones sexuales sin protección.
En Rusia, el número de personas infectadas pasó de 100.000 a un millón, principalmente entre consumidores de drogas intravenosas. Esto es en gran medida resultado del rechazo a políticas denominadas de "reducción de daños".
Estas iniciativas, que incluyen la provisión de metadona (medicamento que ayuda a dominar la adicción), jeringas limpias y consejería a los consumidores, han demostrado ser eficaces para el control de las drogas, el crimen y violencia asociada, así como para reducir el contagio del VIH.
Pero la metadona es ilegal en Rusia, Uzbekistán y otros países. No hay programas oficiales de intercambio de jeringas y agujas limpias por usadas en más de 70 naciones.
La metadona todavía es legal en Canadá, pero el gobierno del primer ministro Stephen Harper está retirando el apoyo a programas de intercambio de jeringas, no porque no funcionen, sino por argumentos morales o ideológicos, señaló Reed. "Canadá está sacando las políticas de reducción de daños de su estrategia contra las drogas y propugnando por una línea más dura contra los consumidores, igual que en Estados Unidos".
Por otra parte, la criminalización de los consumidores mueve muchos recursos en Estados Unidos, donde hay más de dos millones de personas encarceladas, la administración de prisiones es un negocio lucrativo y miles de millones de dólares se vuelcan en la guerra contra los narcóticos.
Los gobiernos y el público general no siempre entienden que la guerra contra los estupefacientes es muchas veces la causa de la violencia y del crimen asociado. El tráfico ilícito de narcóticos se basa en la oferta y la demanda.
Los arrestos con alto perfil de los principales traficantes simplemente deja un vacío de poder que directamente lleva a una mayor violencia. Las bandas criminales luchan por el negocio, señalan expertos.
"La realidad es que las políticas de mano dura contra las drogas hacen más daño que bien", dijo Wood.
Una revisión de 20 años de investigaciones científicas realizada el pasado otoño boreal reveló que 82 por ciento de los estudios coincidían en que las varias guerras contra las drogas simplemente incrementaron la violencia. México es un ejemplo claro.
En 2006, ese país lanzó una masiva campaña nacional antinarcóticos. Sólo en 2008, la violencia relacionada con las drogas segó 6.290 vidas, el doble que en 2007. En las primeras semanas de 2009, más de 1.000 personas habían muerto. A partir de 2006, el número total de asesinados superó los 17.000, incluyendo cientos de jueces, policías y periodistas.
Por el contrario, Portugal eliminó las penas contra el uso personal de todas las drogas en 2001. A partir de entonces, las tasas de infección del VIH cayeron drásticamente, así como el consumo entre menores de edad. El número de personas buscando tratamiento se incrementó, y no el consumo general de narcóticos. El tráfico sigue siendo un crimen.
Mientras, Estados Unidos, donde la guerra contra los estupefacientes comenzó en los años 70, posee el mayor índice de consumo de marihuana y cocaína en el mundo.
"Espero que la Declaración de Viena inspire a muchos líderes políticos más para dejar a un lado el discurso de la guerra contra las drogas y adopten políticas basadas en evidencia que pueden mejorar significativamente la salud y la seguridad", dijo el presidente de la conferencia y de la Sociedad Internacional del Sida, Julio Montaner.